lunes, 20 de enero de 2014

Primer capítulo:



Recuperé la consciencia, aún así aun sentía una presión en mi pecho que me impedía respirar con normalidad y mis ojos cerrados estaban hinchados por la irritación. No tenía capacidad para pensar, sólo turbios recuerdos atacaban mi mente.. Más bien, un único recuerdo: el mar. Aquel momento de vacío en el que daba por perdida mi vida, en el que no recordaba nada, sólo la sonrisa de alguien.. Alguien tan difuso, que no logro reconocer.

Casi sin darme cuenta mis ojos se entreabrieron al sentir unas pisadas cerca de mi. Hasta ese momento no fui consciente de que había jaleo, oía voces de personas.. Personas que, apesar de estar fuera de mi campo de visión, parecían preocupadas. Pero nadie se acercó a mi.. Sólo una persona.

Vi sus pies frente a mi cara, que reposaba sobre la fría y húmeda arena de la orilla de lo que parecía ser una playa. Esta persona se puso en cuclillas y giró mi cuerpo poniéndolo boca arriba.
De pronto sentí unas terribles ganas de toser. Me asfixiaba. Me moría.

No tenía fuerzas para incorporarme y estando en esa postura no me ayudaba demasiado. Pero esa persona no tardó en pasar su brazo por mi espalda y ayudarme sentarme, como si fuese una muñeca de trapo.

Tosí y tosí, sintiendo como la sangre se acumulaba en mi cabeza, poniéndome seguramente roja como un tomate. Cuando recuperé el aire, clavé mis ojos en la persona que ahora mismo me reconfortaba y daba algo de calor.

Entonces le ví. Era un chico de más o menos mi edad. Tendría un año más que yo, trece años, tal vez. De cabello negro intenso, de punta, piel clara con algunas pecas sobre la nariz y mejillas.

Su boca se movía, articulando algo que por el mareo que sentía no lograba entender en su totalidad.

--Eh, respondeme. No te me quedes así mirando.. -Me dijo preocupado mientras colocaba un mechón de pelo empapado tras mi oreja.

--¿Q-qué..? -Mi voz salió torpemente, dándome ganas de volver a toser y escupir más agua. Sentía la sal en mi garganta y era muy desagradable.

--Decía que si estas bien, pero ya veo que estas mejorando... -Comenzó a decir, pero yo ya no le prestaba atención, desvié mi mirada hacia el barullo de gente que no muy lejos de nosotros se encontraban sacando un velero blanco que parecía haberse quedado estancado en la orilla.

Un velero...

--De ahí vienes tú, ¿no?

--Hunh.. -Tartamudeé- No lo sé...

Por no saber, no sabía  ni mi nombre.

--Supongo que si. Ayer hubo una fuerte tormenta, las olas debieron volcarlo.

¿..Ayer..?

--Bueno.. -Sonrió, pasando sus brazos por mi cintura y piernas, cogiéndome en brazos, cosa que me ruborizó- No te preocupes. Estoy seguro de que recordarás. -Comenzó a caminar por la playa, hacía un acantilado, que quedaba algo lejos.

--¡¿A-a dónde me llevas..?! -Chillé con la poca voz que me quedaba, tensandome.

--Al orfanato, Miyata sabrá que hacer contigo.

--¿Miyata..? ¿Orfanato?

--Claro. Hasta que averigüen quien eres y de donde vienes te quedarás allí, ¿o dónde esperas vivir mientras tanto?

Vivir...

--Miyata es la directora del orfanato. Aunque se haga la dura es muy buena, cuidará muy bien de ti, te lo aseguro.

¿Quien soy...?

--No sé quien soy... -Musité tan flojo que ni él pareció oírme- No sé quien soy -Repetí más fuerte, desesperada- ¡¿Quien soy?! -Grité, pataleando.

El chico, que era menudo, no pudo con mi peso más el pataleo, consiguiendo yo sola caer a la fría arena, ensuciándome más mi vestido.

Pero eso era lo que menos me importaba. Desesperada y rompiendo a llorar me tapé el rostro con las manos y me dejé caer sobre la arena.

--¡No sé mi nombre! ¡no se de donde vengo! ¡¿quien soy?! ¡¿por qué me pasó esto?! -Sollozaba fuera de mí.

Tenía miedo. Demasiado miedo.

Ojalá pudiera desaparecer...

Sus manos me agarraron por las muñecas, obligándome a destaparme la cara.
Traté de imperdirselo, pero él era mucho más fuerte que yo.

--¡Yo tampoco sé quien eres! ¡pero eso no importa! ¡estas viva! ¡y estas aquí, conmigo! ..

En un principio me parecieron inútiles sus intentos de reconfortarme, pero cuando me topé con su mirada, mi mundo se vino abajo.

--Cuidaremos de tí, no tengas miedo.. -Me sonrió amargamente- Ellos cuidaron de mi cuando yo también estuve solo, me encargaré de que hagan lo mismo contigo hasta que recuperes tu vida. No temas.

Me quedé un rato observándole. Observando su sonrisa, su mirada intensa fija en mi cara.. ¿Qué es este sentimiento? Nunca antes lo había experimentado..

--Por ahora te sirve saber quien soy yo -Sonrió más tranquilo al ver que dejé de llorar- Me llamo Kirie.

Prácticamente no lo oí, su sonrisa me cautivo.

Casi por instinto le abracé. Él no tardo en rodearme con sus brazos. Su calor me inundó. Me sentí tan bien.. que mis ojos se cerraron, y me dormí.

Kirie...

domingo, 19 de enero de 2014

Prólogo: Tormenta.

El único recuerdo que logro salvar ante de caer en la inmensa oscuridad
es la sonrisa de mi madre antes de que la mar, embravecida, volcase nuestro velero.

Recuerdo haber caído al agua...
Recuerdo la asfixia, la ansiedad, la impotencia..
El agua exageradamente salada ahogándome..
Entrando por mis fosas nasales, por mi garganta...
Llenando mis pulmones.

Algo me estaba devorando el alma.
Algo me  sometía y me llevaba lejos de la cordura.

¿Este es mi fin? ¿así moriré?

¿Por qué no podía nadar a la superficie?

El mar me llevaba a donde quería...
En todas direcciones, pero siempre hacia la profundidad.

Mi cabeza daba vueltas, no sabía donde estaba, quien era, ni como había llegado allí.. y lo peor, no podía coger una bocanada de aire.
No sabes lo agobiante que es eso... No sabes lo afortunado que eres de poder respirar en este instante.

Cada vez más profundo..

Algo me llevaba lejos, tan lejos.. Tan abajo... Tan oscuro.

Mamá, ¿será esta la última vez que veré tu sonrisa?...
Si es así, me alegro de haber sido la causante de ella.